No se trata de que no podamos ser primer mundo, sino que es que  ellos han cometido muchos errores que tal vez nosotros podemos evitar.  Por ejemplo, nosotros no queremos una estructura urbana como la de los  Estados Unidos, así tuviéramos el dinero. Una ciudad amable es una  ciudad para los peatones. Las vías peatonales, las plazas, los parques,  las banquetas, las ciclopistas, esa es la meta: una ciudad que demuestre  en todos sus detalles un inmenso respeto por la dignidad humana.
Rubén Martín
Fuente: Punto G, Guadalajara, Mx
Bogotá padecía los mismos problemas que aquejan a las urbes de  América Latina: caos urbano, predominio absoluto del automóvil y  desprecio por los peatones, contaminación, reducción de los espacios  públicos y ciudades que vacían sus centros para construir suburbios.
En la capital de Colombia no se han resuelto todos estos problemas  pero mucho se ha avanzado con la llegada de dos alcaldes muy poco  convencionales y con escaso parecido a los políticos latinoamericanos.
Uno de ellos es Enrique Peñalosa Londoño quien estuvo al frente de la  alcaldía de Bogotá entre 1998 y el 2001. Sus éxitos al frente de Bogotá  le ganaron simpatía entre sus conciudadanos y lo han convertido  consultor urbano de éxito en el mundo. Algunos lo llaman el filósofo de  la ciudad latinoamericana.
Hizo cosas que parecen una utopía para Guadalajara, como comprar las  reservas urbanas para evitar la especulación de los propietarios  urbanos, compró manzanas del centro de Bogotá para derribarlas y  construir nuevos parques; inició una avenida de 17 kilómetros, pero  exclusiva para los peatones; transformó radicalmente el sistema del  transporte público y logró algo impensable para esta ciudad: un sistema  eficiente y seguro.
Peñalosa, quien estudio economía e historia en la Universidad de Duke  (Estados Unidos) y posteriormente métodos de gestión en París, estuvo  en Guadalajara a principios de septiembre. Ofreció conferencias de  prensa, dio charlas a estudiantes, expuso una cátedra, conversó con  urbanistas y políticos. Pero sobre todo observó la ciudad con ojos  críticos.
Debido a su cargada agenda, Peñalosa ofreció la entrevista entre el  Club de Industriales en Morelos y Francisco Javier Gamboa y la escuela  de arquitectura de la Universidad de Guadalajara, al final de la calzada  Independencia, y al borde de la barranca de Huentitán.
Mientras responde las preguntas, el ex alcalde de Bogotá mira la  ciudad y detiene la entrevista con sus comentarios. Es implacable en  contra del mal gusto de varias tiendas o establecimientos que ofenden y  “escupen la cara” de los ciudadanos con sus anuncios y critica, sobre  todo, la invasión del automóvil en las banquetas.
Pero dice que Guadalajara tiene muchos “detalles bonitos”: se expresa  bien de la avenida Chapultepec y su andador en medio que permite la  convivencia, le agradan las plazas y calles remodeladas en el primer  cuadro y dice que el Centro Histórico es “espectacular”. Estas son sus  sugerencias para recuperar la ciudad a partir de un proyecto político de  igualdad para los ciudadanos.
No hay recetas para cambiar las ciudades, sin embargo un tiempo se  puso de moda formular planes estratégicos, como el modelo de Barcelona.  Aquí en Guadalajara cada administración tiene un plan de desarrollo,  pero al parecer esto no fue sólo lo que funcionó en Bogotá, ¿cuales  fueron los puntos que funcionaron?
De viva voz
“Lo que hace una ciudad amable, así suene reiterativo, repetitivo,  aburrido, es una ciudad para los peatones. Las vías peatonales, las  plazas, los parques, las banquetas, las ciclopistas, esa es la meta  hacer una ciudad para los niños, una ciudad que demuestre en todos sus  detalles un inmenso respeto por la dignidad humana. Que una persona en  una silla de ruedas pueda recorrer sin ningún obstáculo y sin ninguna  dificultad, esa es la ciudad que se quiere”
“No se trata de que no podamos ser primer mundo, sino que es que  ellos han cometido muchos errores que tal vez nosotros podemos evitar.  Por ejemplo, nosotros no queremos una estructura urbana como la de los  Estados Unidos, así tuviéramos el dinero”
“La medida de éxito de cualquier decisión, es qué tanto se favoreció  el interés general, qué tanto contribuyeron a la igualdad. Lo que  estamos tratando de definir es qué significa la igualdad en esta era del  poscomunismo, cuando ya no hablamos de la igualdad de ingreso, sino más  bien de igualdad de calidad de vida”
“Siempre que los adultos quieran jugar tienen cierta clase de juegos:  para mostrar que tienen más dinero que otros, entonces tienen carros  costosos o joyas o yates o hasta aviones particulares, pero a los niños  no les importa nada de eso, pero sí les importa tener acceso a un campo  cerca de su casas sin necesidad de ser socios de un club.
“Queremos un modelo de ciudad más apretada. Donde la gente sale a la  calle y se encuentra con los vecinos en la panadería o donde salen a  caminar, donde los niños van en bicicleta a donde los amigos. Es que por  eso es que hay que discutir qué tipo ciudad queremos”
Mire, mientras vamos en este automóvil, estamos viendo aquí; si ve  prácticamente son casas que eran zona residencial anteriormente, donde  el jardín lo volvieron estacionamiento, no hay banquetas sino rampas de  estacionamientos. Para mí ese es el principal problema que tiene  Guadalajara hoy; mas que el plan estratégico. Claro que tiene que haber  un plan estratégico, porque debe haber un plan que diga que se  identifiquen los grandes proyectos articulantes de ciudad, las zonas de  renovación urbana, de conservación, los ejes del sistema de transporte  masivo, donde van las ciclopistas, los parques hacia el futuro, las  zonas de expansión; claro que tiene que haber un plan estratégico, pero  yo diría que a veces son pequeños proyectos concretos que se hagan, como  realmente tomar una gran vía y mejor radicalmente su espacio peatonal.  Coger diez kilómetros de vía y hacer una excelente cicloruta, y unas  banquetas excelentes y una buena arborización. Eso puede ser más  importante.
Ahora Bogotá está mucho mejor sin embargo al principio hubo resistencias. ¿Cómo lograron romperlas?
Lo ideal es que haya un consenso ciudadano y que todos acepten lo que  se tiene que hacer, pero hay veces que es necesario utilizar la  autoridad y la obligación que tiene el alcalde de velar por el interés  general y las facultades que le otorga la ley. Por ejemplo para sacar a  todos estos automóviles de estas banquetas aquí en Guadalajara; para eso  no necesita consenso (…) es muy importante que se trabaje en esa  construcción de una visión compartida pero a mí lo que me preocupa de  los procesos de concertación es que se terminan haciendo las cosas a  medias. A veces hasta que no se hacen los proyectos la gente no se da  cuenta de lo útil que pudieron ser.
Usted cómo empezó, ¿con el reordenamiento de transporte? Bogotá era un caos.
El tema de transporte, bueno todo se comenzó al tiempo pero lo de  transporte fue lo que se sintió de último porque tomó mucho construir la  infraestructura. Las cosas que comenzamos a hacer fue reconstruir los  parques, sacar automóviles de las banquetas, escuelas de gran calidad.  Las primeras batalla fueron alrededor de esos temas. Obviamente hay  muchos otros que tomaron más tiempo, como la demolición de sectores del  centro para abrir parques. Yo diría que inicialmente lo más difícil fue  la batalla por el espacio público, no sólo con los carros sino también  con los vendedores ambulantes que habían invadido zonas del centro.
¿La primera decisión es definir el modelo de vida que se quiere en la ciudad?
Lo que quiero recordar es que lo que hace una ciudad amable, es una  ciudad para los peatones. Las vías peatonales, las plazas, los parques,  las banquetas, las ciclopistas, esa es la meta: hacer una ciudad para  los niños, una ciudad que demuestre en todos sus detalles un inmenso  respeto por la dignidad humana. Que una persona en una silla de ruedas  la pueda recorrer sin ninguna dificultad.
En sus conferencias insiste mucho en la igualdad de la ciudad. ¿Fue una de las grandes transformaciones en Bogotá?
Totalmente. Lo que hay detrás de todas y cada una de las obras es  construir una sociedad más igualitaria. Lograr que las decisiones  realmente tengan en cuenta el interés general sobre el interés  particular. Cuando habla uno del espacio peatonal estás hablando de eso,  de los espacios públicos, en donde todos los ciudadanos se encuentran  como iguales. Una ciudad que demuestre que el ciudadano que va a pie es  tan importante como el que va en un carro de lujo. Restringir el uso del  automóvil en ciertas horas, intervenir las tierras alrededor de la  ciudad para que no gane la valorización para unos pocos propietarios.  Casi la medida de éxito de cualquier decisión, es qué tanto se favoreció  el interés general, qué tanto contribuyeron a la igualdad. Lo que  estamos tratando de definir es qué significa la igualdad en esta era del  poscomunismo, cuando ya no hablamos de igualdad de ingreso, sino más  bien de igualdad de calidad de vida, de la igualdad que importa a los  niños. Siempre que los adultos quieran jugar tienen cierta clase de  juegos: para mostrar que tienen más dinero que otros, entonces tienen  carros costosos o joyas o yates o hasta aviones particulares, pero a los  niños no les importa nada de eso, pero sí les importa tener acceso a un  campo cerca de su casas sin necesidad de ser socios de un club. Esta  nueva igualdad es la igualdad de la calidad de vida. Todo eso se resume  en que estamos tratando una manera de vivir, no estamos tratando de  construir una ciudad, sino una manera de vivir, qué es lo que nos hace  felices. De pronto vamos a descubrir que nos hace más felices cultivar  orquídeas que tomar bebidas alcohólicas. Una de las características de  una ciudad avanzada es que las ocupaciones del tiempo libre depende de  las aficiones y no del nivel de ingreso.
Entonces alrededor de este proyecto de transformación de la ciudad,  si cabe un proyecto político sería este, de la igualdad de la ciudad…
La igualdad y la felicidad y creo que son dos cosas  interrelacionadas. Y la felicidad teniendo claro que definitivamente no  es el nivel de ingreso. Nosotros ni México ni Colombia vamos a alcanzar  el nivel de ingreso de los países más avanzados. Vamos a alcanzar el que  tienen hoy, entonces si vamos a definir el éxito o el fracaso de una  sociedad en función de su función de ingreso o de consumo pues casi  vamos a tener que autoclasificarnos de fracasados. Entonces tenemos que  tener otra manera de definir el éxito y el fracaso. Aquí de lo que  estamos hablando es de una manera de vivir más igualitaria, más integral  y más feliz y que tengamos absolutamente claro que no es simplemente  con mas riqueza que vamos a resolver nuestros problemas. En México  hablan mucho de volverse un país de primer mundo, es el único país donde  se habla español donde utilizan esa expresión de primer mundo, muy  mexicana. Nadie más utiliza eso sino los mexicanos. Y primer mundo  realmente significa parecerse más a Texas, no. y yo no estoy muy seguro  que eso sea muy maravilloso como meta para una sociedad.
Como bien dice, hay esta aspiración o ambición de ser primer mundo, sin embargo no hay los recursos para ello…
Pero un momento, lo interrumpo por lo siguiente. No se trata de que  no podamos ser primer mundo, sino que es que ellos han cometido muchos  errores que tal vez nosotros podemos evitar. Por ejemplo, nosotros no  queremos una estructura urbana como la de los Estados Unidos, así  tuviéramos el dinero. Ayer leía un artículo sobre la felicidad, donde le  preguntaban a un grupo muy grande de mujeres [estadounidenses] y decían  que lo que más les gustaba era hacer el amor y que lo que menos les  gustaba era manejar al trabajo, era lo peor. Tienen que meterse dos  horas diarias en automóvil en un embotellamiento cada vez peor.
No es que se quiera ese modelo de ciudad.
No queremos ese modelo de ciudad, así pudiéramos. Queremos un modelo  de ciudad más apretada. Donde la gente sale a la calle y se encuentra  con los vecinos en la panadería o donde salen a caminar, donde los niños  van en bicicleta a donde los amigos. Es que por eso es que hay que  discutir qué tipo ciudad queremos, no lo tenemos claro.
Usted y los últimos alcaldes de Bogotá han llegado al margen de las  grandes maquinarias políticas, ¿este fue un factor político importante  para explicar lo que ocurrido?
Muy importante, el alcalde que vino antes que mí fue Antanas Mockus,  un rector muy poco convencional de la universidad nacional y eso fue  como un choque eléctrico para el ambiente político de la ciudad. Creo  que el haber llegado con la posibilidad de sólo nombrar a la mejor gente  posible sin pensar en si tienen padrinos políticos o no o si pertenecen  a un movimiento, o qué representan. Tienen qué nombrarse a los mejores  ejecutivos, como si estuviera manejando una empresa multinacional.  Solamente la mejor gente independientemente de su filiación política o  de cualquier cosa. Porque de otra manera es muy difícil.
Aquí un problema es quien paga a los partidos y sus campañas, muchas  veces esas contribuciones se retribuyen en contratos de obra pública.  Allá no tuvieron ese problema.
Cero. Mi campaña total, para una ciudad de siete millones de  habitantes, costó 100 mil dólares. De los cuales la mitad eran sueldos a  quienes estábamos trabajando en a campaña, incluyendo el mío. Pero  claramente no puede haber ningún tipo de [componendas]. Las licitaciones  deben ser públicas y abiertas, nadie puede tener ninguna ventaja de  ningún tipo.
¿Cómo llegó como candidato independiente?
En Bogotá están muy desprestigiados los partidos políticos  tradicionales. Y yo realmente hice un trabajo de muchos años. perdí dos  veces la elección, esta fue la tercera, me toco lanzarme tres veces  hasta que gané. Entonces llegue a la alcaldía. Obviamente en Colombia la  gente no le pone mucha atención a las propuestas. Porque creen que  hablan tanta paja los políticos y hacen tantas promesas que nunca  cumplen, que ya la gente no cree en nada. No puedo decir que gané por un  programa. Lo que sí tuve fue una imagen de que conocía muy bien la  ciudad, de que la había mucho durante mucho tiempo.
De lo mucho o poco que ha visto de Guadalajara, ¿se animaría a hacer recomendaciones de por dónde empezar su transformación?
Guadalajara tiene muchos detalles bonitos. Muchos separadores de  avenidas con esfuerzos importantes, tiene un centro espectacular al que  le han hecho unas obras peatonales muy bien logradas. Yo insisto, si me  fuera a pedir una sola recomendación, aquí tenemos un problema masivo,  gigantesco, de falta de banquetas, que se han angostado para abrir  espacio a bahías de estacionamiento, en donde debería haber banquetas y  jardines. Son los detalles, sino uno lograra una ciudad idealmente con  los cables subterráneos, con una buena arborización y con buenas  banquetas ya con eso está hecho un 60 o 70 por ciento de lo que hay que  hacer.

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