En el municipio de Guadalajara hay un auto por cada 2.2 habitantes; en el Distrito Federal uno por cada cuatro. En la zona metropolitana de Guadalajara en 1997 había poco más de 500 mil autos registrados; hoy hay un millón 551 mil carros, tres veces más en 12 años. Si cada uno de ellos mide en promedio 7.5 metros cuadrados (el tamaño de un Jetta) los carros ocupan (en el sentido literal, no tapatío de la palabra) 11.7 millones de metros cuadrados en la zona metropolitana. Las áreas verdes públicas de Guadalajara metropolitana son apenas 10 millones de metros cuadrados. Es decir tenemos más espacio en parque vehicular que en parque verdes. ¿Así o más feo?
La calidad de vida de Guadalajara se ha venido deteriorando paulatina pero consistentemente en los últimos años por dos motivos fundamentales. El aumento en el número de vehículos y la expansión de la zona metropolitana. Estos fenómenos tienen que ver con dos políticas públicas erráticas: la falta de una proyecto de transporte público eficiente y moderno, y la expansión de la mancha urbana a los valles de Tesistán y Tlajomulco. Los fracasos de las políticas públicas, la falta de continuidad en los proyectos y la incapacidad de ponernos de acuerdo sobre el desarrollo de la ciudad ha provocado que unos cuantos, los camioneros y los desarrolladores inmobiliarios, hayan decidido por el resto. Nadie puede decir que no sabíamos que la ciudad iba a crecer. Es más, creció bastante menos de lo que se esperaba. Nadie puede hacerse el sorprendido por el pulpo camionero. Cuando en 1985 se les quiso meter al redil rompieron las trancas y, lejos de debilitarse, se fortalecieron. No hay más culpables que nosotros mismos.
Hoy tampoco podemos llamarnos a engaño. El caos vial que tiene la ciudad no se va a solucionar ni con pasos a desnivel, ni con viaductos, ni con vías rápidas y puentes. Este modelo de ciudad sólo tenderá a empeorar. Vamos a pasar más tiempo metidos en el auto, vamos a necesitar más espacio para estacionarlos y para moverlos, en detrimento de las áreas verdes y, vamos a respirar un aire más contaminado. Las soluciones tampoco son desconocidas: redensificación de zonas urbanas con crecimiento vertical y transporte público y alternativo. Eso implica políticas públicas que castiguen el uso del automóvil: quitarle no un carril de cada lado a una calle, como se hizo en La Calzada, sin calles enteras que sólo sean para transporte público y quitarle espacio a los automóviles para hacer ciclovías.
No es nada nuevo, pero hay que repetirlo al menos cada año en el Día Mundial sin Auto.
Diego Petersen
Publico Milenio
No hay comentarios:
Publicar un comentario