¿Qué es lo que valora nuestra sociedad? ¿Cómo calificamos a las personas: por su ocupación, por su posición social, por su poder, por su prestigio, etc.? ¿Qué tenemos en nuestras cabezas como la imagen del éxito?
Creo que gran parte de nuestras posibles respuestas está determinada por la cultura de consumo, los modelos que proponen como deseables a la abundancia económica y material, y el énfasis (que llega a ser obsesivo) en la productividad y la eficiencia.
Todo esto se refleja en los programas escolares, en la misma matrícula y programas de estudios que ofrecen las instituciones educativas. En ocasiones ya no se trata de impartir conocimiento, y mucho menos de impulsar una formación total del ser humano, sino que el sistema completo se formula de acuerdo a cierto modelo económico donde lo humano cuenta muy poco: Lo importante es la productividad y las demandas del mercado.
Mientras el tener recursos materiales para vivir y el tratar siempre de hacer mejor las cosas tienen su importancia, las dimensiones del ser humano no deberían ser reducidas a estos factores. Y es precisamente esta reducción la que opera cuando se dejan de lado los aspectos creativos no productivos (en el sentido económico) de las personas.
Afortunadamente tales aspectos no se pueden suprimir del todo, pero no deja de ser una muestra de nuestro paradigma social que, dada la elección entre hacer lo que nos gusta y lo que nos daría más dinero, por lo general la segunda opción lleve las de ganar.
Así que creo que el sistema educativo no es tan culpable de que esa gran riqueza creativa del ser humano sea muchas veces cortada desde la niñez; es nuestro modelo económico, son nuestros ideales del éxito, es nuestra forma de medir y valorar a las personas, son las expectativas que se nos han impuesto y que nosotros mismos imponemos sobre los demás, en particular a los niños y a los jóvenes.
Los retos de nuestro tiempo son enormes, y muchos de esos colosales problemas tienen como origen precisamente ese énfasis y persecución de la productividad, la eficiencia y la ganancia máximas. Y si no me equivoco, ese énfasis no nos ha funcionado muy bien hasta ahora.
Pienso que el reto no es tanto revolucionar el modelo educativo, sino más bien revolucionar qué es lo que consideramos valioso: El cambio del sistema educativo seguirá a tal revolución.
Sir Ken Robinson es reconocido a nivel mundial como un experto en creatividad y educación. Doctor por la Universidad de Londres por su investigación sobre el drama y el teatro en la educación, y gran parte de su trabajo se ha enfocado a investigar la importancia del arte en la educación formal.
Ha colaborado de forma decisiva en iniciativas enfocadas a introducir el arte y la cultura en los programas educativos de la Gran Bretaña y de Europa. Por sus logros investigando sobre la creatividad, la educación y el arte, fue nombrado caballero en junio de 2003.
A la fecha ha publicado 3 libros, el último de los cuales es mencionado en la charla y que fue publicado en enero de 2009 (no disponible en español) bajo el título «The Element» (enlace en Amazon ); dicha obra tiene como objetivo ayudarnos a encontrar ese punto donde nuestros talentos naturales coinciden con nuestra pasión, basándose en la idea de que todos tenemos un potencial increíble a la espera de ser descubierto.
Creo que gran parte de nuestras posibles respuestas está determinada por la cultura de consumo, los modelos que proponen como deseables a la abundancia económica y material, y el énfasis (que llega a ser obsesivo) en la productividad y la eficiencia.
Todo esto se refleja en los programas escolares, en la misma matrícula y programas de estudios que ofrecen las instituciones educativas. En ocasiones ya no se trata de impartir conocimiento, y mucho menos de impulsar una formación total del ser humano, sino que el sistema completo se formula de acuerdo a cierto modelo económico donde lo humano cuenta muy poco: Lo importante es la productividad y las demandas del mercado.
Mientras el tener recursos materiales para vivir y el tratar siempre de hacer mejor las cosas tienen su importancia, las dimensiones del ser humano no deberían ser reducidas a estos factores. Y es precisamente esta reducción la que opera cuando se dejan de lado los aspectos creativos no productivos (en el sentido económico) de las personas.
Afortunadamente tales aspectos no se pueden suprimir del todo, pero no deja de ser una muestra de nuestro paradigma social que, dada la elección entre hacer lo que nos gusta y lo que nos daría más dinero, por lo general la segunda opción lleve las de ganar.
Así que creo que el sistema educativo no es tan culpable de que esa gran riqueza creativa del ser humano sea muchas veces cortada desde la niñez; es nuestro modelo económico, son nuestros ideales del éxito, es nuestra forma de medir y valorar a las personas, son las expectativas que se nos han impuesto y que nosotros mismos imponemos sobre los demás, en particular a los niños y a los jóvenes.
Los retos de nuestro tiempo son enormes, y muchos de esos colosales problemas tienen como origen precisamente ese énfasis y persecución de la productividad, la eficiencia y la ganancia máximas. Y si no me equivoco, ese énfasis no nos ha funcionado muy bien hasta ahora.
Pienso que el reto no es tanto revolucionar el modelo educativo, sino más bien revolucionar qué es lo que consideramos valioso: El cambio del sistema educativo seguirá a tal revolución.
Sir Ken Robinson es reconocido a nivel mundial como un experto en creatividad y educación. Doctor por la Universidad de Londres por su investigación sobre el drama y el teatro en la educación, y gran parte de su trabajo se ha enfocado a investigar la importancia del arte en la educación formal.
Ha colaborado de forma decisiva en iniciativas enfocadas a introducir el arte y la cultura en los programas educativos de la Gran Bretaña y de Europa. Por sus logros investigando sobre la creatividad, la educación y el arte, fue nombrado caballero en junio de 2003.
A la fecha ha publicado 3 libros, el último de los cuales es mencionado en la charla y que fue publicado en enero de 2009 (no disponible en español) bajo el título «The Element» (enlace en Amazon ); dicha obra tiene como objetivo ayudarnos a encontrar ese punto donde nuestros talentos naturales coinciden con nuestra pasión, basándose en la idea de que todos tenemos un potencial increíble a la espera de ser descubierto.
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