martes, 6 de abril de 2010
EDUCACION
Soy un superviviente de un campo de concentraciòn. Mis ojos han visto lo que nadie deberìa presenciar. Càmaras de gas construidas por ingenieros especialistas. Niños envenenados por licenciados en medicina. Recièn nacidos asesinados por competentes enfermeras. Madres e hijos fusilados por bachilleres y graduados. Por todo ello, sospecho de la educaciòn. Mi ruego es que ayudemos a los alumnos a ser humanos. Nuestros esfuerzos nunca deben producir monstruos, psicòpatas ni Eichmans ilustrados. El leer, el escribir, la historia y la aritmètica son sòlo importantes si sirven para hacer humanos a nuestros alumnos.
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